12/13/2005

12 de diciembre...

Adrogué

















Nadie en la noche indescifrable tema
Que yo me pierda entre las negras flores
Del parque, donde tejen su sistema
Propicio a los nostálgicos amores

O al ocio de las tardes, la secreta
Ave que siempre un mismo canto afina,
El agua circular y la glorieta,
La vaga estatua y la dudosa ruina.

Hueca en la hueca sombra, la cochera
Marca ( lo sé) los trémulos confines
De este mundo de polvo y de jazmines,
Grato a Verlaine y grato a Julio Herrera.

Su olor medicinal dan a la sombra
Los eucaliptos: ese olor antiguo
Que, más allá del tiempo y del ambiguo
Lenguaje, el tiempo de las quintas nombra.

Mi paso busca y halla el esperado
Umbral. Su oscuro borde la azotea
Define y en el patio ajedrezado
La canilla periódica gotea.

Duermen del otro lado de las puertas
Aquellos que por obra de los sueños
Son en la sombra visionaria dueños
Del vasto ayer y de las cosas muertas.

Cada objeto conozco de este viejo
Edificio: las láminas de mica
Sobre esa piedra gris que se duplica
Continuamente en el borroso espejo

Y la cabeza de león que muerde
Una argolla y los vidrios de colores
Que revelan al niño los primores
De un mundo rojo y de otro mundo verde.

Más allá del azar y de la muerte
Duran, y cada cual tiene su historia,
Pero todo esto ocurre en esa suerte
De cuarta dimensión, que es la memoria.

En ella y sólo en ella están ahora
Los patios y jardines. El pasado
Los guarda en ese círculo vedado
Que a un tiempo abarca el véspero y la aurora.

¿Cómo pude perder aquel preciso
Orden de humildes y queridas cosas,
Inaccesibles hoy como las rosas
Que dio al primer Adán el Paraíso?

El antiguo estupor de la elegía
Me abruma cuando pienso en esa casa
Y no comprendo cómo el tiempo pasa,
Yo, que soy tiempo y sangre y agonía.

Jorge Luis Borges

Imagen: "Hotel Las delicias", inaugurado el 1 de diciembre de 1872 . Adrogué, Buenos Aires.

El caminito


Nació para ser anónimo.
Lo hallaron a la puerta de la Casa de Expósitos en 1890. Su único ajuar consistía en el papel que decía que había sido bautizado como Benito Juan Martín. Lo adoptó el matrimonio que componían Manuel Chinchella y Juana Molina. Estudió solo lo suficiente para aprender a leer, escribir y las operaciones matemáticas elementales. Fue obrero portuario en la descarga de carbón de las "chatas" amarradas en el Riachuelo. Su destreza para el dibujo lo acercó a los artistas de La Boca y al Grupo del Pueblo. En 1926 exponía en París.
"Entre sus amigos se encontraba un muchacho apenas unos años mayor que él, llamado Juan de Dios Filiberto, que escribía versos de desesperación para un Caminito borrado por los años, junto al que quería caer para que el tiempo los matara a los dos.

Los dos, Benito y Juan de Dios solían estremecer las noches del barrio con unas serenatas de estrépito que salían a dar cargando un armonio de iglesia con el ánimo impertrubable de los muchachos enamorados. No eran serentas del todo inocentes. "No era raro que, al compás de la música desaparecieran algunas gallinas -admitió Quinquela alguna vez-. Nunca se supo quien era el que aprovechaba esa oportunidad filarmónica para alzarse con las gallinas ajenas, pero por las dudas, los vecinos de la Boca oían acercarse a los serenateros y le ponían candado a sus gallineros".

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